"Otro día más, ahí estaba ella. Llevaba toda la semana observándola cada vez que acudía a aquel parque de atracciones. Algo en aquella chica había llamado mi atención.
El comportamiento de la gente en los coches de choque suele ser bastante predecible. Suelo catalogarlos, injustamente por supuesto, en tres grupos: En el primero, están aquellos que están constantemente chocando, disfrutando de cada golpe; En el segundo, aquellos que por correr demasiado al dar el golpe se hacen daño, y los ves cómo, temerosos, van esquivando a gente durante un tiempo; Y por último, mis favoritos, los idiotas, aquellos que tienen miedo incluso antes de chocar.
Pero había algo en la actitud de aquella chica, cualquiera, sin dudarlo, la habría catalogado en el tercer grupo si no hubiera visto su sonrisa. Es por esto que no la entendía, ¿Por qué ibas a sonreirle al miedo?
En ese momento me sorprendió mirándola y, divertida, me interrogó con la mirada. Llevado por un instinto me acerqué a ella y, saltándome cualquier tipo de presentación, le pregunté:
-¿Por qué sonríes?- Aquella pregunta, de aquel desconocido, habría sorprendido a cualquiera. La gente, estúpidamente, suele alegrarse de que los demás sonrían, no se lo cuestionan. Pero ella no dudó al responder.
-Cada día es una nueva oportunidad, ¿No?-
Así que se trataba de otra ilusa soñadora esperanzada, pues sí que merecía estar en el grupo de los idiotas.
-Y, ¿No crees que es una estupidez, además de una pérdida de tiempo, seguir jugando si no quieres chocarte?- Espeté.
-Claro que quiero- Respondió ella divertida.
Vaya, lo que faltaba, así que era de Esas. Sí, ese tipo de personas que dicen querer algo de lo que en realidad llevan toda la vida huyendo.
Debió dibujárseme la incredulidad en la cara puesto que ella, sin esperar otra de mis preguntas, me respondió:
-Si esquivo a la gente es porque se dejan esquivar, no porque no quiera chocar con nadie. Mientras, al no perderla en pequeños choques, voy cogiendo velocidad, esperando el día que la casualidad haga que alguien me sorprenda chocándose conmigo. Ese será mi gran golpe.-
-¿No te da miedo pensar que si vas tan rápido dolerá?- Le pregunté casi sin saber qué decir.
-Ojalá todos mis miedos fueran por algo así, porque significaría que alguien se ha acercado lo suficiente como para doler.- Dijo pintando de nuevo esa sonrisa.